Las necesidades de refugio y seguridad siempre han estado presentes entre los humanos. De hecho existen desde antes de que fuéramos humanos, y por lo tanto la creatividad de nuestra especie se ha visto ligada a satisfacerlas. Más allá del refugio natural, la humanidad ha construido los propios, y así como para muchas actividades la fuerza y energía disponibles en un inicio eran solo las de cada persona y comunidad, eventualmente se desarrollaron herramientas para ayudar a dichas tareas.
Las primeras herramientas utilizadas en construcción fueron probablemente las primeras usadas para todo. Hay evidencia de que al inicio el hueso, la madera y algunas piedras se usaban sin ninguna especialización, con tallado poco específico. Básicamente eran palos y bloques, algunos con un poco de filo, usadas para golpear, excavar un poco en el suelo y ya.
Miles de años después, cuando la densidad de la población aumentó y con ello las necesidades de la misma, junto con la especialización de actividades, aparecieron las primeras máquinas dedicadas a la construcción. Estas fueron poleas y grúas básicas, para mover y acomodar elementos en una obra. Asimismo la combinación de palancas y la rueda se usaron para transportar materiales desde mucho tiempo atrás, aunque esto no fue diseñado específicamente para la construcción, sino como parte de la necesidad de mover grandes cargas fácilmente, a través de largas distancias.
Para 1500 se inventaron las primeras máquinas para colocar pilotes. Tanto estas como grúas y todo tipo de transporte, funcionaron por siglos mediante esfuerzo humano y animal. Aunque las técnicas de construcción mejoraban, el acceso a nuevas fuentes de energía era un obstáculo. Fue en el siglo XIX cuando la invención de la máquina de vapor y su eventual portabilidad, trajeron nuevos desarrollos a la tecnología construcción.
La maquinaria a vapor dio origen a motores capaces de hacer gran esfuerzo sin problema, lo cual más adelante se logró con el uso de combustibles fósiles, combinados con conocimientos de hidráulica, eléctrica y neumática. Entre los avances desarrollados estuvieron el tractor oruga y el montacargas, los cuales mejoraron las condiciones de trabajo y permitieron hacer obras en lugares de mayor dificultad. Asimismo la retroexcavadora y otras máquinas que funcionan con diésel, permitieron finalmente abrir paso más rápido al trabajo directo con el suelo que seguía siendo una dificultad antes de la segunda mitad del siglo XIX.
Poco a poco la maquinaria de construcción, así como la multiusos que se aprovecha en dichas obras, ha mejorado su eficacia y se espera que la entrada de mayor automatización, así como los avances en energías renovables, eventualmente impacten también en estas máquinas y traigan nuevos cambios y mejoras.